Guionista colgando un cuadro

Si el proceso de escritura de guión fuera colgar un cuadro en tu casa, el consultor sería esa persona que está unos metros más atrás viendo si está recto (si es que te fías de ella), o que está sujetando el cuadro, pegándolo a la pared, mientras te alejas y lo miras con perspectiva (si confías más en tu vista o tu propio criterio).

Cuando acabas de terminar de colgar un cuadro sin ayuda de nadie, cuando abres los dedos para dejar que el cáncamo se apoye en la alcayata (alcayata sabía decirlo, cáncamo lo he tenido que consultar en google), tienes la esperanza de que haya quedado bien. A veces, tienes la total certeza de que ha quedado bien. Y entonces das unos pasos hacia atrás, contemplas el resultado, y muchas veces te ciscas en lo que sea, y arrancas la alcayata para clavarla de nuevo en otro sitio, o te pones a girar el cáncamo a ver si así queda el cuadro menos torcido, o lo dejas así porque ya estás hasta el gorro de bricolaje y no queda tan mal.

Tardas unos segundos en tomar distancia con un cuadro colgado en la pared. En tomar distancia con un guión que has escrito, no sé cuánto se tarda. Si los guionistas dejaran pasar un año entre versión y versión, seguro que ya sabrían dónde fallaba la anterior, y tendrían ideas de cómo solucionarlo. Pero no suele haber tiempo, ni ganas, de dejar pasar un año.

Sin ayuda de nadie, puedes ir con tu cinta métrica y tu lápiz y asegurarte de que las dos esquinas inferiores están a la misma distancia del suelo, aunque ya se sabe que las cintas métricas no suelen funcionar en los guiones. Puedes poner tu cuadro en las manos de alguien con talento para la decoración y pedir que te lo cuelgue, pero entonces también tendrá la nariz pegada al lienzo, y perderá la perspectiva. Se me podrían ocurrir más opciones a la hora de colgar un cuadro, pero tampoco hay que agotar a la pobrecica metáfora. Yo, a lo que iba, es que trabajar con un consultor de guión te puede ahorrar tiempo y esfuerzo. Pues eso.