La concordia

Acaba de terminar mi charla en el Master de guión de la UPSA, una visita salmantina que ya va siendo tradicional. Gracias desde aquí a los asistentes, por asistir -imagino que es obligatorio- y por participar, que no lo es tanto.
Es curioso cómo una misma conferencia, estructurada con un mismo powerpoint, va cambiando con el tiempo según lo que en ese momento me parezca más importante. Hoy, lo más importante para mí era convencer a los oyentes de la necesidad de los buenos modales en el desarrollo: buenos modales en los productores, guionistas, story editors... Gestos para hacer del desarrollo algo menos infernal. Detalles que se agradecen. Saludos, fórmulas de cortesía, elogios... un protocolo sencillísimo que reserva las broncas a lo mínimo necesario y contribuye a que reescribir un guión sea casi casi agradable.
He olvidado decir, en la charla, que después de unos años forzándote a fingir que crees que los demás aportan algo a tu guión, forzándote a escuchar a otras personas, forzándote a buscar algo positivo en el guión que detestas o en las detestables notas que te dan sobre tu guión, descubres que realmente los demás aportan algo, que cualquier guión tiene algo positivo, y que cualquier feedback es útil.
Pero sobre todo, lo que yo he descubierto con los años es que me gusta trabajar con quien no es un infierno trabajar.
Como no sé enseñar a ser un genio, procuro enseñar buenos modales. Porque, además, lo prefiero. Será que me hago mayor.